desde tailandia
un mundo de contrastes   
“Lo mas contrastante es el estilo de vida, desestresado, alegre y seguro de acá: dejás en la moto la bolsa con tus compras y el casco, volvés a las dos horas y está todo ahí. La gente es humilde, pero no pobre, y trabaja cocinando en las calles a las carcajadas. La religión, es de las pocas que no hace daño a nadie, el budismo. El gobierno cuida a su gente. La comida que es deliciosa (igual extraño las empanadas, la humita y el asado). Nadie está apurado ni impaciente, no existe tocar la bocina (o gritar) aunque el de adelante se haya parado en el  giro libre. Amo este país, quiero que mis hijos sean tailandeses. Me enamoré la primera vez que vine, hace cinco años, después de viajar casi un año por Latinoamérica, que es lindo pero me dio más sufrimientos que alegrías. Desde que llegamos en enero del año pasado supe que de aquí no me voy. Fue el contraste con latinoamérica: tan sufrido, vendido, roto...” Elina Vildoza (30 años).
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desde ESPAÑA
“vinimos por trabajo y buscando calidad de vida” 
Germán Sanson está casado con Luciana Rovira, también tucumana, con quien tiene dos hijos: Facundo y Joaquín. Viven en Albacete, España, desde hace 10 años. Él es médico y está terminando un master. “En aquel momento solo tenía un hijo, el otro nació acá. Nos vinimos por trabajo, estudio y buscando calidad de vida”, contó.  A pesar de los años que pasaron, sigue conectado con todo lo que ocurre en Tucumán. “Extraño muchas cosas, sobre todo la familia, los amigos, la vida social”, enumera. “Siempre está la idea de volver, pero por ahora no por los altos niveles de inseguridad que hay”.

La distancia siempre aporta una mirada diferente del lugar propio, un cambio de perspectiva que empuja a pensar qué tenemos para enseñarle al mundo y sobre todo qué tenemos que aprender. Estos son algunos tucumanos que decidieron edificar su vida fuera de la provincia

Tailandia, un mundo de contrastes   

“Lo mas contrastante es el estilo de vida, desestresado, alegre y seguro de acá: dejás en la moto la bolsa con tus compras y el casco, volvés a las dos horas y está todo ahí. La gente es humilde, pero no pobre, y trabaja cocinando en las calles a las carcajadas. La religión, es de las pocas que no hace daño a nadie, el budismo. El gobierno cuida a su gente. La comida que es deliciosa (igual extraño las empanadas, la humita y el asado). Nadie está apurado ni impaciente, no existe tocar la bocina (o gritar) aunque el de adelante se haya parado en el  giro libre. Amo este país, quiero que mis hijos sean tailandeses. Me enamoré la primera vez que vine, hace cinco años, después de viajar casi un año por Latinoamérica, que es lindo pero me dio más sufrimientos que alegrías. Desde que llegamos en enero del año pasado supe que de aquí no me voy. Fue el contraste con latinoamérica: tan sufrido, vendido, roto...” Elina Vildoza (30 años).

“Vinimos a España por trabajo y buscando calidad de vida” 

Germán Sanson está casado con Luciana Rovira, también tucumana, con quien tiene dos hijos: Facundo y Joaquín. Viven en Albacete, España, desde hace 10 años. Él es médico y está terminando un master. “En aquel momento solo tenía un hijo, el otro nació acá. Nos vinimos por trabajo, estudio y buscando calidad de vida”, contó.  A pesar de los años que pasaron, sigue conectado con todo lo que ocurre en Tucumán. “Extraño muchas cosas, sobre todo la familia, los amigos, la vida social”, enumera. “Siempre está la idea de volver, pero por ahora no por los altos niveles de inseguridad que hay”.

Amelia, administradora de propiedades inmobiliarias en Miami

Amelia Montilla Courtney no pierde las esperanzas de instalarse algún día en Tucumán nuevamente. Pero sabe que por ahora eso es complicado. “Quizás cuando estemos jubilados”, aventura.

Esta tucumana vive en Miami, Estados Unidos, donde formó su familia. Se dedica a las inversiones inmobiliarias y a administrar propiedades en el estado de Florida. “Lo que más extraño es a mi familia, pero también extraño esa vida tan linda, de tener tantos conocidos, los cafecitos, los asados que duran muchas horas, estar siempre contentos y disfrutar de la familia”, cuenta. A la luz de la distancia, Amelita analiza a los tucumanos: “lo mejor es que son muy amigueros y siempre tienen un pretexto para tomarse un cafecito; siempre que salís tenés la posibilidad de encontrarte con 1.000 personas, te podés dedicar a cultivar la amistad y la familia. Lo malo es que, quizás como nos conocemos todos, hablamos de más”. 

Desde Nueva Zelanda

“Podemos estar orgullosos de nuestros paisajes, de nuestras comidas y costumbres. Las empanadas de la vieja, un domingo en familia, o un asado con amigos, un jueves no tienen comparación. Nuestros vínculos personales y afectivos son también nuestros más grandes valores. Lo que tenemos que aprender urgente es a valorar y cuidar lo nuestro. El Cadillal, un domingo a la tarde, parece un basurero, todos queremos disfrutar del lugar, pero nadie se preocupa de limpiar ni su propia basura. Nos regodeamos de nuestros valles calchaquíes y amamos ir a la Fiesta de la Pachamama, pero tiramos los vasos descartables en la plaza de Amaicha. No tenemos un sentido de pertenencia y cuidado auténtico”. Sergio Leal (31 años). Ingeniero mecánico. Actualmente se dedica a la construcción con hormigón en Wanaka, Nueva Zelanda. Apasionado por el skate, la naturaleza y los deportes extremos.